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Amorgos, un tesoro culto en el mar Egeo

Amorgos, la isla más oriental de las Cícladas, es un destino remoto pero increíblemente hermoso que ofrece una experiencia de viaje alternativa y refrescante. Su forma de caballito de mar y sus paisajes salvajes y escarpados, a diferencia de cualquier otra en las Cícladas, cautivan a los viajeros que buscan explorar más allá de los caminos trillados. Las islas vecinas incluyen Naxos, Mykonos y Santorini, que también pueden servir como escalas para aquellos que lleguen en avión.
Con una superficie de 121 kilómetros cuadrados y una población de poco más de 1.900 habitantes, Amorgos está escasamente poblada, lo que suma encanto y una sensación de escapatoria.

Un viaje atemporal por Amorgos

Amorgos puede que no sea la primera isla griega que viene a la mente, pero debería serlo. La historia de la isla, que se remonta al cuarto milenio a.C., es un tesoro de civilizaciones antiguas, desde los períodos cicládico y minoico hasta los romanos y bizantinos. El nombre "Amorgos" deriva de un tipo de lino que se encontraba en la isla, utilizado por los lugareños para confeccionar ropa. Para los amantes de la historia, la antigua ciudad de Minoa, justo por encima del puerto de Katapola, ofrece fascinantes ruinas arqueológicas que datan de miles de años, con artefactos helenísticos y cicládicos en sus asentamientos.

Pero Amorgos no es solo historia. Su belleza es brutal y sobrecogedora, con altos acantilados que se precipitan en el profundo azul del Egeo, islotes deshabitados esparcidos a lo largo de la costa y senderos interminables que conectan los pintorescos pueblos de la isla.

Explorando los tesoros de la isla

La principal ciudad de Amorgos, o Chora, es una joya medieval escondida en lo alto de las montañas, un mundo apartado de la costa. Chora emana un encanto atemporal con sus estrechas y sinuosas callejuelas, encantadoras casas encaladas y un impresionante castillo veneciano.

Para aquellos que deseen experimentar la vida tradicional de un pueblo cicládico, las aldeas del norte, Langada y Tholaria, son una visita obligada. Estas pequeñas aldeas pintorescas dominan la bahía de Aegiali y ofrecen vistas espectaculares, especialmente si caminas por los bien recorridos senderos que las conectan. En Tholaria, encontrarás la famosa taberna "Kali Kardia", donde los visitantes son recibidos como en familia y tratados con exquisitos platos locales como el queso de cabra. Y, si tienes suerte, ¡podrías presenciar un juego tradicional de Bilyi, un deporte antiguo que se practica aquí desde hace miles de años!

Hozoviotissa: el monasterior en el cielo

Uno de los hitos más icónicos de la isla es el Monasterio de Panagia Hozoviotissa, que se aferra precariamente a los acantilados de la costa oriental de Amorgos. Fundado en el siglo IX y renovado por el emperador Alejo I Comneno, este impresionante monasterio ofrece a los visitantes una visión del patrimonio espiritual y arquitectónico de la isla. Las vistas desde el monasterio, que domina la vasta extensión del mar Egeo, son impresionantes. Según la leyenda, el monasterio fue construido para albergar un icono sagrado de la Virgen María que milagrosamente flotó hasta la isla desde Palestina.

Termine su visita con un baño en la cercana playa de Agia Anna, donde las aguas cristalinas y los impresionantes alrededores fueron el escenario de la película de culto "El Gran Azul" de Luc Besson.

El mito y el misterio de Amorgos

Ninguna isla griega estaría completa sin una conexión con la mitología, y Amorgos tiene su parte de historias legendarias. Las misteriosas ruinas y artefactos encontrados por toda la isla cuentan la historia de una civilización profundamente conectada con el mar, el comercio y los antiguos ritos.

Saboreando la vida al estilo de Amorgos

Amorgos te invita a abrazar un ritmo de vida más lento. Ya sea que estés disfrutando de una taza de té de hierbas o probando el queso de cabra local, las tradiciones culinarias de la isla están arraigadas en la simplicidad y la frescura. Al igual que en Ikaria, la vida en Amorgos gira en torno a las estaciones, la tierra y la comunidad. Y no es de extrañar que los lugareños sean conocidos por su calidez y hospitalidad: han vivido así durante siglos, sin prisas y profundamente conectados con su entorno.


Desde festivales locales hasta reuniones informales en la plaza del pueblo, la vida en Amorgos es una celebración de las pequeñas cosas: buena comida, buena compañía y una vista impresionante del mar Egeo.